Estudio la universidad en la Ciudad de México, aunque soy de provincia, desde hace algunos meses he logrado permanecer aquí con algo de suerte y esfuerzo. Debo decir (como es típico de nosotros, los paisanos) que muchos aspectos de la ciudad me toparon con sorpresa, muchos para bien y otros no tanto y desde mucho tiempo antes de llegar aquí fui advertido de los tantos y tantos peligros de los que está llena la ciudad, de los accidentes, la delincuencia, los asaltos, etcétera. Pero realmente nunca creí que fuera para tanto, ya que eso está en todos lados. Además de que realmente nunca pensé que la situación en el DF fuera realmente comparable con lo que se vive en provincia, que realmente suele llegar a ser tierra de nadie en muchas ocasiones. Pero no contaba con lo que me iba a suceder.
Por motivos de mi carrera, suelo frecuentar el Centro Histórico para surtirme de material de trabajo, ya que me resulta barato y tienen mucha variedad en muchas calles. Para llegar a este lugar suelo transitar las calles aledañas al Eje Central, esas que están plagadas de aparatos electrónicos, celulares, películas, etc. En una de ellas (República de Uruguay, creo) se encuentra la Plaza de la Tecnología, un sitio al que ya he acudido antes a reparar alguna vez un par de laptops y un celular.
Hace un par de días, andaba yo transitando por esta calle y me vi abordado por uno de esos vendedores que se ponen del lado contrario a la Plaza. Tuvimos un dialogo más o menos como el siguiente:
– ¿Qué paso hermano? ¿Buscabas algo?
– No, Gracias
– Ándale, tenemos celulares, baterías, estuches.
(De casualidad, recordé que había estado pensando en conseguir una mica para mi celular, para que no se rayara la pantalla así que aquí vi mi oportunidad)
– ¿En serio? ¿De casualidad tendrás micas? (En ese momento el tipo saco un catalogo desplegable con varias micas en sus empaques, para distintos modelos de celular)
– Claro amigo, aquí te muestro para que celulares tengo. O si lo prefieres pasemos al local, porque estas son solo de muestra, no te puedo vender ninguna.
En ese momento el tipo me tomo del hombro y me señalo hacia la entrada de la plaza, y yo cruce junto a él. Cuando ya habíamos cruzado la calle, llamo a alguien de dentro del lugar y se apareció un chavo con aspecto cualquiera, casi como de mi edad.
– Mira él te va a llevar al local para que veas las micas ¿De qué celular tienes?