Queremos comprender la existencia de la vida en otros planetas; cuando no hemos tenido la capacidad de comprendernos a nosotros mismos; si llegase el hombre a otros mundos, la incógnita que probable descubra allá en el universo es que tendrá forzosamente que regresar a su planeta para descubrir que en su propio habitad se encontraban las respuestas que tanto buscaba afuera; como el hecho de que la tierra es una matriz, es el primer organismo viviente y el más semejante a nuestra anatomía humana ¿Quién es el humano? Por nuestro egocentrismo; no hemos aceptado la delgada brecha entre las diferentes etnias de la tierra, mucho menos aceptaremos esa similitud de humanidad entre los hombres y las bestias, mucho menos la analogía entre el reino animal y vegetal. Peor aún es tratar de dejar en claro que el planeta tierra tiene una anatomía humana. A pesar de que todos estos grupos, bloques, reinos y sectores cumplen con las mismas reglas: nacer, desarrollarse, reproducirse y morir; y junto a estas, las necesidades fisiológicas.
Probablemente lo que nos hace creer que somos diferentes los unos de los otros; es la simple presentación de nuestra anatomía. Ya que algunos seres vivos nos muestran primero su sistema óseo y después sus órganos (hormigas); otros nos muestran la envoltura (Piel) después los músculos, órganos y por último el esqueleto (hombres, animales). Pero la tierra nos muestra una complejidad; mostrándonos una piel (estratosfera), en cuya capa se ubica su sistema respiratorio, una estructura similar a una estructura de raíces por la que transitan fuertes corrientes de aire. En 1945 durante la segunda guerra mundial, Norteamérica fue invadida por pequeños globos con gas helio, con diminutas cargas de explosivos. EE.UU. quedo desconcertado al saber que procedían de Japón; utilizando esas venas o corrientes de aire. Pero no solamente el cielo tiene esas arterias; también los océanos, pero llevan el nombre vulgar de corrientes marinas, la más famosa es la corriente australiana (Sidney, Australia).
Pero no solo el aire y el agua tienen una estructura de redes; la tierra que conocemos es un conjunto de placas, similares al famoso juego del cubo; que constantemente se encuentran en movimiento, prueba de ello es la deformación que tuvo el primitivo continente (Panguea); el cual no pudo convertirse en los tres continentes (Americano, Euroasiático-africano, australiano) que hoy conocemos, sin la ayuda del gran asteroide que adelanto su proceso de reacomodo evolutivo. Sin embargo; recientemente se ha presentado una atipicidad en su reacomodo, pues los movimientos son cada vez más bruscos. Así que mientras más se muevan las placas de éste gigantesco cubo; los continentes que hoy conocemos, pronto terminaran en el fondo de los océanos y éstos empujaran a nuevos continentes. El 24 de septiembre del presente año (2013) el mundo fue testigo de ésta hipótesis cuando después del terremoto en Pakistán; a 200 metros de la costa del extremo sudoeste emergió una isla de 214 metros de longitud y 16 metros de altura.