Con el contenido de las siguientes líneas trataré de generar alguna reflexión, más no busco sacar conclusiones dado que es un tema complejo. La intensión tampoco es polemizar sobre los movimientos sociales, simplemente es un punto de vista en relación a una de tantas expresiones ciudadanas de protesta: las manifestaciones.
Creo tener los fundamentos necesarios para hablar sobre el tema debido a que he presenciado, analizado y criticado el fenómeno desde tres perspectivas distintas. La primera cuando era un obrero desinformado, que veía pasar a las multitudes frente a mi lugar de trabajo catalogándolas de escandalosos o incluso acarreados arengados por un fin político. Después pasé a formar parte de ellas, esta vez como estudiante informado, sediento de equidad política y mediática. Finalmente como una persona crítica que ha resultado afectada en diversas ocasiones por la realización de las mismas.
Siete treinta de la mañana, como de costumbre ya iba un poco tarde, pero si no encontraba tránsito, llegaría a tiempo a una cita en la UAM Xochimilco, lugar donde estudio la carrera de Comunicación Social. Todo iba bien, bueno, por lo menos encontré un lugar en el pesero; en la calle el frio calaba duro, pero dentro del microbús, (calculo, modelo 95) todo era calor humano. Aproximadamente llegaría a las 8:20 de la mañana a la casa de estudios, pero el tráfico vehicular que se acumulaba sobre Periférico me desanimaba poco a poco.
Inmediatamente el chofer trató de sintonizar en su viejo estéreo un noticiero. La búsqueda fue en vano, parece ser que necesita una antena nueva. Llegamos al lugar de la desviación, Av. Tlahuac y Periférico, una pasajera desesperada, quizá la más alterada preguntó a uno de los policías (que sólo movían las manos como participantes de concurso de belleza para desviar los carros), cuál era el motivo del cierre de avenidas, él se limito a gritar: “¡una manifestación!”, sin dejar de agitar sus brazos. La mujer vocifero: “Otra vez con sus pendejadas”.
Así es, otra vez, una manifestación, de nueva cuenta llegaremos tarde a trabajos, escuelas, citas amorosas, etcétera. De nuevo a llegar de malas, estresados y hasta cansados y sudados por caminar varias cuadras. O simplemente avisar que será imposible llegar y aguantar el descuento del día o acumular otra falta en la clase.
En fin, basta de alargar la historia, el microbús nos acercó a la base lo más que pudo, ahí era el lugar preciso de la manifestación. A partir de ese punto a recorrer aproximadamente el kilómetro que hace falta para llegar a la escuela. Algunos corrieron yo tomé un par de fotos a los manifestantes y caminé hacía la escuela, ya estaba resignado a llegar tarde.
Aproximadamente 100 personas del Frente Popular Francisco Villa cerraron ambos sentidos de una de las avenidas más transitadas del DF, en reclamo a la falta de trabajo y oportunidades de comerciar fuera de las estaciones de la Línea Dorada.
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