El tan esperado siglo XXI nos alcanzó sin que nos diéramos cuenta, mientras escribíamos y devorábamos novelas y comedias futuristas sobre robots e invasiones marcianas, nos tomó tan de sorpresa que no tomamos las precauciones de modernizar las instituciones que por impuestas o no, rigen la vida del mundo cuando mas, y cuando menos la vida de algunas personas.
Unas de estas instituciones son precisamente las religiones, que en un halo tradicionalista y milenario (que por requisito deben tener las iglesias, mezquitas o sinagogas), halo que no ha querido o no ha sabido tomar en cuenta los descubrimientos del hombre, pues estas instituciones se aferran a las explicaciones mitológicas o fantasiosas sobre la creación o no del mundo, sobre el estado del mundo actual, y siguen catalogando como pecados espirituales, lo que en un principio no son más que normas de convivencia.
Y es en este sentido en el que la iglesia católica, no termina de animarse a dar ese paso que rompa con las poéticas formas antiguas, no dándose cuenta que ya somos una humanidad madura, con una inteligencia colectiva mayor que en el Medievo, que si bien podemos tener esperanzas en los milagros, y apelar a la fe en nuestros tiempos difíciles, eso no demerita el avance que como instituciones debería de demostrar la iglesia romana; y hablo precisamente de reconocer la santificación como lo que es, un Titulo nobiliario, como los entregan los reinos del mundo, un titulo casi del mismo nivel que otorgan los ejércitos y las universidades, solo es un reconocimiento de honor a quien para dicho país, ejercito, reinado o universidad ha representado parte importante en la vida de la institución.
Ahora viene a colación el tema, por que el vaticano desde la muerte de Karol Wojtyla (Alias Juan Pablo Segundo) ha querido cocinarnos el tamal, con el argumento de que el mismo fue enviado de Dios al mundo, hay quien dice que el fue quien tiro el comunismo, hay quien le cuelga milagros, y otros mas, (generalmente católicos disidentes, porque a los ateos les vale madre) lo culpan de complicidad pasiva en el caso del padre Maciel; y mientras esto pasa la iglesia vuelve a tener frente a ellos cámaras y reflectores, en una especie de aburrido espectáculo, donde intentan demostrar cierto tipo de poderes sobrenaturales del también conocido como el papa viajero, el hermano del alma, realmente el amigo.
La iglesia en mi opinión debería actualizarse, admitir la santificación como lo que es, un reconocimiento nobiliario, una licenciatura teológica, o un grado en el rango de influyentismo dentro de su institución, para con eso poder dejarse de mamadas y poder de una buena vez llamarle santo a quien les ayudo a que el changarro no se les callera a pedazos a quien los tiene de nuevo en el mapa, en la mente de las personas y sobre todo en las cadenas de televisión.

No olvides que eres un artista.
No pierdas la valentía, no temas y lo conseguirás.
Crear como un Dios, mandar como un rey y trabajar como un esclavo